Darío Méndez

Los cieguitos

 

Dos adolescentes,

que me crucé en el camino,

Expresaban mutuamente su cariño,

Trenzados como bailarines de tango,

Él acariciaba sus mejillas,

Ella sostenía un bastón blanco.

Con ternura casi angelical,

Él le describía el paisaje matutino:

“Hay un sol hermoso, para salir a caminar”

“No sabes qué lindo están los lirios”

Con palabras que nacían de sus manos,

Sus dedos, leían sus rostros suaves,

Y se abrazaban, como llamas encendidas,

Protegiendo su esencia vulnerable,

Ella, podrá no ver las estrellas,

Ni los rayos dorados del cálido sol,

Pero puede sentir su presencia,

Danzando al compás del corazón.

Él, que la sostenía entre sus brazos,

Como un caballero, flameante protector,

Descubrí que no era ciego del todo,

Solo estaba ciego de amor.