el brujo de letziaga

Eternamente.

Yo, que soy un poeta de encargos,
viajaba en el tren de lo finito
cuando me dormí entre versos
dejando atrás la estación del tiempo.

 

Entonces, tuve que imaginarte el nuevo cielo
donde vivía con el sol un secreto,
con lenguas de fuego
que era el beso de lo eterno.

 

Unos garabatos dibujaron tu mirada
y las lluvias de abril me salpicaron tu nombre,
iluminando el trueno nuestros corazones
hacía la luz donde duermen los colores.

 

Amor, amor...

 

Vayamos a donde viven los sueños
cruzando los puentes,
forjados entre las estrellas
con fuego de soles...

 

Amor...Mañana...

 

Te haré una hoguera celeste
cuando muera el día,
y noche tras noche
mi tiempo será tu lugar seguro.

 

Eternamente... Solo para ti.
Siempre tuyo...