Roel Ybañez

CAMPOSANTO

¿Será acaso que he crecido en un camposanto?, en un pueblo donde las casas se repiten hasta donde alcanza la vista, donde los desapercibidos son echados al olvido hacia los rincones de una fosa, comúnmente, sin copal e incienso y ninguno de esos aromas que traen de regreso a los muertos.

En mi calle suelen hablar con la voz rota, con el acento dulce del sur, con el que hablan las poblanas, riegan sus camelias, desempolvan las ventanas y alguna que otra de las tumbas.

De vez en cuando parece que lloran o simplemente ríen hasta las lágrimas, todo va desde la desesperanza de los nichos lúgubres de las cenizas a las cruces que se oxidan con las lluvias.