Al cambio de estación llegaste;
como una estrella que agonizaba
y al morir
destellaban de ella polvos de nostalgia.
Llegaste como ese viento fuerte en la tarde
o esa marea que mojaba excitante
las arenas de mi agonía.
Inesperado al igual que una pequeña lluvia que se
expande
cuando las luces de la ciudad se alzan y la noche
reina en el tiempo perpetuo.
Ahora siento paz; con cada fraseo melodioso y
cálido, tus palabras tan encantadoras que
embellecen mi alma y reavivan ese amor que creí
muerto.
Ahora todo me sabe a ti, todo me recuerda a ti,
escribo desde mis entrañas cada palabra que recae
como una hoja de otoño al suelo, pero en mi
corazón.
Querida mía, déjame tomar tu mano dulcemente y
llevarte a dónde habita la sabiduría y la dulce música que mi voz puede expresar,
déjame llenarte de libros e historias las mañanas,
déjame quedarme aquí, contigo.