Una, dos y tres victorias.
cuatro veces que creí tus historias.
Que me amabas y que era todo para ti.
Tú triunfaste porque sinceramente te creí.
Cinco, seis y siete días a la semana
creía en tus besos, pues te sentía cercana.
Pero la realidad, cruda, a veces nos duele
y el dolor hace que el corazón se nos congele.
Ocho, nueve y diez veces clavaste tu espada,
¿Por qué si pensé que te tenía enamorada?
Y no es que me duelan tus mentiras,
el dolor está en el saber que te retiras.
Once, doce y trece lágrimas de amor,
son las que te dedico con el más puro dolor.
Pero no me arrepiento de haberte conocido,
y catorce veces te perdono, aunque haya sido
yo el vencido.