Usted... no llegó a mi vida
a mover ningún tapete.
Usted... llegó a estremecer
mi alma, a agitar mi corazón
y a robar mi calma.
Vivimos días de locura
fuera de toda razón
de toda lógica.
Bastaba con desearlo,
tomar aire, cerrar los ojos
y volar sin miedo
en caida libre.
Usted... el dueño de mis
sentimientos, de mis
pensamientos.
Mi luna... fue su luna,
Mi cielo... fue su cielo.
Lo esperé.
Mil noventa y cinco días,
mire que lo esperé.
Tontamente... esperé a quien
nunca quedó de llegar.
Aún así le di más
de lo que nadie
nunca podrá darle.
Pero hoy le dejo ir.
Me voy sin culpas
ni arrepentimientos
me voy mirándole
de frente, así parecerá
que vuelvo.
Pero esta noche
le extraño...
Imposible no hacerlo
después de tanto amor
y tanto tiempo compartido
a su lado.
Esta noche le pienso...
Como cada momento
del día.
Y le escribo...
Por que estas letras,
mi corazón, mi alma
y mi vida...
todavía son suyas.