Luis Ernesto Hernández Aguirre

SONETO DE TUS OJOS

Vuelve hacia mí tus bellos ojos negros

aquellos que un gran día me miraron,

una simple tarde y sin buscarlos

atravesaron mis absurdos miedos,

tus saetas destruyeron ese hielo

de mi infantil e ingenua sencillez

enseñándome de una sola vez

otro mundo maravilloso y nuevo,

en el que yo podía contemplarte

graciosa, frágil, delicada y dulce.

Soñé lejana la idea de amarte

ensalzando tus núbiles virtudes,

me propuse entonces encontrarte

un lindo paraíso entre las nubes.

 

Ábreme los ventanales de tu alma,

esas preciosas y valiosas gemas

que van iluminando cual centellas

las tinieblas que en el cielo estallan,

obscuridad que mi alma desencaja

aniquilando el juicio y la cautela,

derriban antiguas ciudadelas

y derrumban altísimas murallas

de mi afligido reino plañidero

pletórico de sueños añorados,

de un sonoro palpitar sincero,

de tímidos besos no encontrados,

búsqueda incesante del sendero

que lleva hacia tus amorosos brazos.

 

Hoy déjame perderme en tu mirada

y abandonar la vida en un instante

para mirar la eternidad triunfante

encubierta en las hondas llamaradas

de tu cálida hoguera insospechada,

solo permíteme observar distante

esos preciosos luceros reinantes

en el sonrojo de tu limpia cara,

ábreme el paraíso de tus ojos,

dirígelos con amable indulgencia,

brindándome tu luz tan solo un poco,

lánzame raudamente a la demencia

que nutren la cordura de este loco

maravillado en tu sutil presencia.