qué tristes serían
mis lunes, mis miércoles y
esos días cuando es difícil
empezar y mantenerse afinado
como un melodioso
instrumento musical
si tus domingos conmigo
no existieran
no hay tiempo que desee más
que el tiempo que pasamos juntos
no hay otra mano como la tuya
para sostener la mía
para que yo sea
una pequeña luz en el universo
que cruza la calle
camina por un parque
se sienta a la mesa en una plaza
de una ciudad lejana
a comer sorbete de fresa
mango y limón
no hay otra voz como la tuya
para hablarme
tus ojos, tu sonrisa
tus gestos
para verme y hacerme sentir
un pequeño alguien
a quien el sol ve y le sonríe
no hay nadie a quien esperar
nadie por quien apresurarse
nadie a quien correr
no existe nadie como tú
con quien yo prefiera estar
para hacerme sentir
vivo, feliz y amado
en plenitud