Las estaciones de trenes me gustan,
hay un parque en Flores, lo veo al llegar,
pienso que te beso la frente y vos estàs,
Otra vez pero sano, Muchukunda, sano,
con soluciones confiables a problemas recurrentes.
La vida me lleva a amor y el tren a Ramos Mejìa,
intento repensar tu ira, sacudo algunas consecuencias,
te beso en las aceras y tu no lo sabes, asì estoy.
Despuès de treinta años, vencida por el espacio
que se escapa al pasar, ya en Villa Luro las làgrimas cesan,
el tintineo de un cochecito me recuerda a nuestro retoño
que ahora me cuida de sol a sol, mi preciosa joya me acaricia,
escucho su voz que dice linda,linda y me acompaña el vaivèn de posibles soluciones.
Los cambios merecen ser aplaudidos y yo necesito una visiòn que me recuerde:
los propòsitos, las metas, las sonrisas inexplicables, la vida encendida en las penas,
Se puede proyectar durante las ausencias y yo creo que puedo sembrar cariño a diario.
Se le permite a un patriota trepar por la ignorancia de los otros e imaginar mundos.
Mi mundo ya no busca extremos, encontrò en su estampa cada cosa en su lugar,
El paisaje va cambiando y voy a descender del tren, Gabriel me toma de la mano,
juntos cruzamos la avenida y esperamos durante el ùltimo tramo del 96.
Las terapias tienen su sabor familiar, sus progresos y el exabrupto del perpicaz inconciente
que escoge su secreto y lo deja en el devenir de un coloquio o en el alivio de un darse cuenta.
Yo ya no deseo tus tempestades, Muchukunda, quiero un lugar en donde quepa el amor.