¡Yo, debajo de su sombra y el tiempo
no pasa…!
Ella abre sus pupilas negras, sus labios
y sus pechos que no tienen fin,
para ser descubiertas por el aire
en forma de lengua
y de un ser vivo que se desliza, se alarga
y late junto a su corazón.
La noche azul de atroz galope, de manos
llenas,
donde la muerte se congela
y la luz fluye en la mirada que se revela
(Sinceramente no me doy cuenta,
soy como un leño de árbol
que se consume alegremente
en una hoguera)
¡Yo, debajo de su aire, de su respiración,
en la más bella de las muertes…!