El sol buscó un crepúsculo callado
Detrás de las montañas y cordales,
Las luces, las estrellas celestiales
Que al orto dan, desde su principado.
El oro fue en los mares reflejado
Y el vuelo alzaste, yendo a los cristales,
Del alba, cuyos brillos celestiales
Ardieron en un cielo despejado.
El árbol deshojado de tu risa
Las noches desnudaron sin apuro,
Las horas, las auroras y la brisa.
Desnuda pudo verte el aire puro,
Errante voladora tu sonrisa
Donde cayó, a la noche, un sol oscuro.
2005 © José Ramón Muñiz Álvarez
“Las campanas de la muerte”
Primera parte: "Arqueros del alba"
Todos los derechos reservados por el autor.