Beso cada letra escrita
en el paraíso de tu cuerpo
al compás de la sonrisa
de tu consagrado cielo.
Beso… muerdo tu lenguaje:
un sendero, un arroyo, una ola,
un himno en los labios del ángel…
y estalla la promesa que flota.
Me baño en las eternas fuentes
donde brilla el trazo del artista,
donde se aprecian los edenes,
donde la musa se vuelve sibila.
¿Qué dios canta en tu espesura?
¿Qué rugido enaltece a la leona?
Hay un coro entre la bruma
donde se revelan tus idiomas.
Bienaventurado el arco de tus furores.
Bienaventurado el vuelo de las hadas.
¡He ahí la epopeya de los bosques!
¡He ahí cuando levita la bienamada!
Suena la cabalgata bravía,
ondea la bandera negra,
suena la armadura que brilla,
ondea la sonata de guerra.
Es la comunión de dos almas
atrapadas en pleno homenaje.
Es la ceremonia de dos tiaras
envueltas en febriles bondades.
Me entrego a la sublime quimera
palpando cada zona de tu piel,
adoro cada pliegue de tu puerta
bebiendo tu escultura de miel.
Tú construyes mi templo
con el regalo de tus horas,
y siempre seré el arquero
que entone tu sagrada loa.