Para batirme en un duelo
con el maestro erudito
debo rezar al bendito
y arrastrarme por el suelo.
Cómo no tengo pañuelo
mejor tiro la toalla,
porqué no daré la talla
ni la altura del gran sabio,
al que hago morderse el labio
cuando la verdad se calla.
Pasaremos a otra cosa
algo mas entretenida
que será bien recibida
para mí flor tan hermosa.
Tengo en mí vida mi rosa
caprichosa y muy mal genio,
pero no me falta ingenio
para arrancarle una risa,
por conquistarla sin prisa
aunque demore un milenio.
A veces sueño con ella
sea de día o de noche
sordo mi andino soroche
ama solo a la más bella.
Una rosa siendo estrella
la que brilla tan distante,
y me guía cada instante
con la calma del honesto,
que en mí ser está dispuesto
con mi labia tan galante.
Alcanzarla no podré
lo que tengo más que claro
es por eso que declaro
que por siempre la amaré.
Muy feliz me moriré
con la paz que da el saber,
que ha distancia mi querer
fue leal cómo el valor,
del gran verdadero amor
en mí verso el gran poder...
Autor: Mario Rodolfo Poblete Brezzo. ADUV.