¡Me estoy enamorando!
Sin advertir las sonrisas lamentadas
del intento.
Me estoy enamorando...
de sus gestos.
De la caricia transitoria de su acento,
al escuchar su voz en el teléfono,
tan dÍafana y lejana.
Me estoy enamorando del aromático de flor
que hay en su nombre,
cuando recibo su mensaje paraverbal
cada mañana.