¡Campesino!
Con esas manos que dibujan raíces
De tanto trabajar por los plantíos asolados
en duras jornadas bajo cielos soleados.
¡Campesino!
Con tu pecho traspasado por el fuego
De tanto navegar sobre mares de espigas
Y sintiendo de cerca como es el infierno.
¡Campesino!
Con tus ojos enhebrados a paisajes imposibles
De hermosuras infinitas
En manojos con majestuosos colores.
¡Campesino!.
Amante de la belleza de los silencios
con los ramos de brisas rubricando en tu cara los surcos
que dan testimonio de tu entrega total a los campos.
¡Campesino!.
¡Bebe de ese jarrón de vino que te acompaña!
mientras que continue escuchándose el galope de tu corazón
en los versos del algún humilde poeta.
¡Qué armonía la de estos labrantíos!
¡Qué horizonte de luz en la curva del cielo!
¡Cuánto tiempo sin nadie y con todo!
¡Amigo campesino!