Familiar me resulta tu engaño.
Sucede que aunque nuestras vidas sean distintas: tú te apellides Kidman, yo Villalba, vivas no muy lejos, tampoco yo tan cerca, nuestras sendas siempre se encuentran. Son como líneas paralelas; de frente nos vemos, pero nunca tomarnos de la mano, podemos.
Dejas entonces una huella profunda en nuestros sentimientos, que a estas alturas yo solo los cargo. Y aunque se que dejarlos ir debo, dejarlo ser conveniente veo, siempre en mis manos las llevo.
Nuestra historia fue solo un cuento de un Peter Pan ya cansado. Viajamos de la mano por el “Nunca Jamás” de tus sentimientos. El tiempo comió los garfios con el que acariciabas mi corazón desgarrado y una Campanita de esperanza decía basta, cuando en el ring del amor, tus mentiras martillaban.
Más tu comedia ha terminado. Solo tú ríes cuando con tus besos y abrazos encandilas un joven maravillado y no precisamente el adecuado. Solo tú ríes de la farsa que has inventado, de las burlas hechas a un extraño.
Familiar me resulta tu engaño. Más aún no rías tan temprano, pues créeme cuando te digo: que como yo… no hallarás jamás quien mejor te haya amado.