Cuán añoro las caricias,
mucho añoro la pasión,
entregar mi corazón
a las supremas delicias;
las añoradas primicias,
encantadora obsesión,
esa creciente ilusión:
mieses doradas albricias;
cuánto añoro esa ternura,
esa dulzura con hiel,
incondicional fervor;
cuán quisiera la locura
la sensación de mi piel
del omnipresente amor...