Entre la bruma que se esparce
por las sinuosas laderas y bosques,
romancea mi alma que se enreda
a la tuya dando giros sin parar…
La luna nos envuelve con su halo
que resplandece como un aura,
llenándonos de luz y misticidad;
y nos fundimos en un sutil ósculo.
Todo se detiene en el instante
en que empiezo a deleitarme
con el influjo de tus pardos ojos
y las estelas de tus labios rojos…
Se eclipsan mis temores, tras
la tempestuosidad de mis ansias,
que se apaciguan con tus caricias
salpicadas de fuego, sal y seda.