Zibarro

Por un año sin ti

Cuando vaya no estarás,

me duele este vacío como una vida sin sentido,

como un niño consentido aislado de su apego,

como un manotazo a mi destino,

como alma errante en un taller que un día fue su baluarte.

 

Sus disparos son certeros,

más Muerte me concedió el último deseo y no fue otro que verte en tu lecho,

darte un beso y observar cómo tu último hálito sirvió para inspirarnos vida,

para llenarnos de vacío y plenitud como una contraposición poética,

como lascivia inducida por el deseo de una carne que pide a gritos descansar,

que pide a gritos recordar,

que pide a gritos que tus seres recuerden lo que un día fuiste y olvidaste.

 

Se fue aquél ruido de motor,

olor a almizcle y frutos secos,

a huesos que emanaban vida hasta que quedaron secos,

a sueños postergados por cumplir los de los demás.

 

Una vida entera dedicada a otros,

un corazón amable como ningún otro,

un bardo soñador que decidió tomar otro rumbo,

donde el dolor y la alegría comen juntos,

y la injusticia y la codicia del malvado no transgreden los muros de su mundo.