Ya no adorno mis versos con tus besos,
el compás que circunda mi medida
en un círculo de sueños ha ocultado
tus besos y mis versos de suicida.
Ya no miro tus ojos centelleantes,
el hierro que forja mi destino
ha quemado los míos con un hierro
con tu candente figura repujado.
Ya no quiero ser más tu testaferro,
mi dolor no ha de ser el signatario
que preceda con mi firma tu desprecio.
Ya no pienso en tu cuerpo ni en mi cuerpo,
mi florista ha tejido la corona
con flores que refuerzan el olvido.