Cuando el amor se asoma
a la ventana del corazón
derramando su aroma,
empieza la sinrazón.
Quien percibe su olor
se embriaga de placer.
no siente el dolor,
no puede entristecer.
Llegando a esta edad
se conserva todo y entero.
no hay fecha de caducidad
su consumo es austero.
Cuando es compartido
se siente gran alegría
será que el “niño” cupido
afinó bien la puntería.
Antonio Reina Moreno 09/02/2007