Ha llegado el momento de marcharme
y a cuesta un corazón que luce triste
por darlo todo, sin antes medirse
y hoy me toca aliviarlo sin juzgarle.
Tristes los niños, triste huye el ocaso
y con él un desfile de ilusiones:
pactadas con un beso y dos corazones
que sangran en mis ojos y en tu regazo.
Sin un final feliz en este cuento
recojo los pedazos de ésta alma
que desilusionada se desarma
sin encontrar respuesta ni consuelo.