Hoy les voy a contar de un gaucho reo
que le dio bien la biaba a una papusa.
La mina que les cuento era Medusa
y el langa del gotán era Perseo.
Es cierto que este guapo era pesado.
Pero era una percanta tan fulera,
tan escracho, que todo el que la viera
quedaba duro, de cemento armado.
Era flor de bagayo la minita
y, hay que decirlo, era bastante loca.
Tenía dientes de chanchos en la boca
y en los pelos, tenía viboritas.
Perseo, vivo, se llevó un espejo,
y en cuanto campaneó que la atorranta
se quedó piola mostrando la garganta
se le arrimó junándole el reflejo,
peló el facón y la pasó a degüello.
Hay minas chotas como la Medusa
que nos tiran después de que nos usan.
Pero tampoco es pa cortarle el cuello…