Días de manos flojas
sin apenas un cartílago
abanderan a mi espíritu cansado.
Algodón de azúcar que mengua
a casi nada dentro de tu boca.
Buscando en las colinas una peña
que me aplaste desde arriba,
que me ahorre la vergüenza del puente y del camión.
Momentos con sabor a pan quemado y naftalina.
No puedo predicar en absoluto con mi ejemplo.
No puedo predecir el cierzo de este frío,
ni deducir de qué estación saldrá el cohete.
Las caricias, papel de lija que me envuelve
los turgentes corazones de mi constelación en suberina
y los besos como pizcos de ron apagapenas.
Nada que merezca voluntad
en este tiempo
El suelo quema y hay que andarlo
y yo fallo en retractarme de vivir
con la facilidad de un
asustado
- bicho bola -