Tus labios, tiritando, han osado
en incurrir en el misterio de un beso
y en el acto, han causado estragos,
ahora, mujer, por el exceso del hecho
recibirás una pena… el escarmiento
será en tu ser, inefablemente, con el suplicio
de no beber el elixir que emerge
de los labios que tanto deseas,
y tendrás momentos de displicencia
con mi presencia sin que nada veas
ni nada toques mientras los días
trascurran hasta que pagues tus osadías.