En el valle de sombra y de muerte
tu silente voz siempre me alienta
a enfrentar sin temor la tormenta
saliendo vencedor y más fuerte.
Ayer mis gracias daba a la suerte
mas hoy tu gracia es quien me sustenta;
perdono siete veces setenta
y el alivio de mi alma es tenerte.
Escudo es tu palabra, mi amado
no habrá gigante que me intimide
si tu Espíritu viene a mi lado.
Por tu poder el mar se divide...
La montaña se vuelve collado,
y agradecerte, nadie me impide.
W.M®