el brujo de letziaga

La noche deshabito la noche.

La noche deshabito la noche
para cubrirme los ojos,
y perseguirme con tu añoranza
por los andenes de mi alma.

 

Cuando me precipité entre versos
en la huidiza melancolía de tus besos,
que surcaban los páramos sombrios con tus recuerdos
entre vendavales de extraños delirios.

 

Y aún sigo buscándote
en la nostalgia del insomnio que se repite,
y que me agita de un lado a otro de la cama
como un guiñol mecido por el viento.

 

No puedo olvidar que un día
atravesamos juntos puertas cerradas
y acunamos besos prohibidos
entre conjuros y estallidos.

 

Hay cosas que solo la melancolía recuerda,
donde el tiempo tenía padre y madre
y muchos kilos con hostias de morriña,
en la noche ciega que me oculta
con los ojos ya resecos por tu olvido.