Darío Méndez

Mi niña dorada.

 

 

No ha sido fácil para los dos,

Sin embargo, disimulamos,

Cuando nos tomamos de las manos,

Cuando nos fundimos en un abrazo.

 

Pensarás que soy muy frágil,

Y que eso no es de adultos,

Llorar en las despedidas,

Rendirse en algún punto.

 

Te retengo en mis sueños,

Mi niña de cabellos dorados.

De ojitos marrones,

De manitos curiosas,

De piecitos ligeros.

 

Te retengo para no olvidarme,

De tus besos tiernos,

De tu risa escandalosa,

De tus ingeniosos juegos.

 

Pero un día me despierto,

Y ya no estás a mi lado,

Con tus manitos tiernas,

Con tus cabellos dorados.

 

Y aunque la distancia es corta,

Como las horas que nos vemos,

Te detengo en mis brazos,

Te doy abrigo en mi pecho.

 

Los años serán testigos,

De lo mucho que te quiero,

De lo mucho que te extraño,

De lo mucho que te espero.

 

Y cuando remontes vuelo,

Hacia tu destino soñado,

Te acompañarán mis versos,

Te seguirán mis pasos.

 

En los días grises,

En las noches de invierno

Recordarás mis besos,

Y entenderás mi llanto.