Este amor
que tú me das
me llega de costado,
atraca de lado
como los barcos...
Yo,
que huelo a mar abierto
y siempre anduve sin amarras,
te me posas suave
y me desgarras.
Mariposa,
ahora envuélveme en tu llama
quema todas mis franjas grises,
derrama ya toda tu sal,
conviértete en ardor que me persigue
y ahora clávame el puñal
justo allí...
En mitad de tu vuelo al sol.