En el grito del otoño, tus pasos tropiezan,
retan la horizontalidad del tiempo
La visibilidad se desvanece ante tu presencia
como en el amor la sensualidad honda que no muere.
El aleteo de una luciérnaga vuelca destellos
entre sombra tejidas por la pasión,
un gusano en la manzana esculpe su enigma
en la pulpa hecha de historias bestiales olvidadas.
Desde la vitrina, los transeúntes se deslizan
Como hilos de sombra entre tus pensamientos
y el aroma agreste de la taza de café humeante,
no sabes si eres un visitante o una raíz perdida.
Pareces un sueño de peces sonoros en el silencio
tu mirada como confidencias se entrelazan en el vientre.
acaricias como loba hambrienta hasta el dolor
tu mano un salmón que huye a su origen
tan incierto, como el frio de la nieve en tu piel.
Cada amanecer tu vida es distinta
Las manos que tocaste,
regresan como parte de un eslabón del tiempo
A veces,
caminas sobre las huellas de tu memoria,
mientras los minutos se alejan
como el erotismo de gaviotas en ventisca.