Como al viento, no le gusta el silencio,
ni las frías cañadas de los laberintos,
soñando voy con descubrir brisas cálidas
que abracen mi cuerpo.
Soy tu aliento, respirando lentamente
doy golpes de amor en tu cielo,
charcos de sudor recorren tu espalda,
alborada de pasión que te mata,
ojos de vida que aletean mi alma.
Corazones brillantes como esmeraldas
o luceros en el cielo como el follaje de un árbol
con su falda, con sus collares, .
con su esperanza, mirando a las galaxias infinitas
de tu cuerpo.
Encajes granates, transparentes,
son tus palpitaciones
cuando las siento;
dulce melancolía, de tardes bebidas
a grandes sorbos, llenas de bonanza,
esculturales moradas de los dioses griegos.
¡Oh!, estoy en la orilla del mar celeste,
acariciando mis pies dulcemente,
como tú me los acaricias con tu frente,
con tu lengua de serpiente paradisiaca.
Las olas blanquecinas
se vuelven rosáceas,
viendo tu amor tan puro
como el oro en su pureza intacta.
Un tiesto de flores regado
por tu jugo de esperanza plateada,
es mi amor horneado por la sal de tu ansia,
de tenerme y regocijarme con mis cabellos
inexistentes, como será inexistente nuestro ocaso.
Querida mía.
quiero ser en tu océano
corriente fría que te despierte del letargo;
o caliente, para abrazarnos en silencio,
en un abrazo de eternidad,
por la suma de los tiempos.
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