Darío Méndez

La leona

 

 

Cierro los ojos y la veo soberbia,

Como una bestia a punto de atacar,

Su cuerpo agazapado esperando a la presa,

Que incauta, permanece en su lugar,

Como leona hambrienta, de deseo,

Comienza a desnudarse, con fuego en su piel

La pobre víctima, sitiada sin salida,

Queda paralizada sin saber a dónde ir,

Sus piernas temblorosas intentan una salida,

Pero la leona ardiente no la deja escapar,

Sus pechos de fuego, Su boca empapada,

Sus manos calientes de deseo infernal,

Someten al hombre que gime y se estremece,

Y lo devora con lujuria, en un festín carnal.