Una presumida Loba
a beber agua llegó
a la orilla de aquel río
cuyo nombre es Güiscoyol.
Y en el agua y su reflejo
reflejada ella se vio
y al mirar lo que miraba
se puso de mal humor.
Y salió corriendo a cuesta
como un gran depredador
y subiendo hasta la cima
vio volar un gran Halcón.
Y observando que volaba
más hambrienta se quedó
y rumiando por la selva
el pesado y cruel dolor.
¡Quién te salva Loba osada,
del dolor que has de llevar;
quién te salva de tu pena
y del gran berenjenal!
No te mires en el agua
que llegaste tú a beber;
mejor báñate y te limpias,
la inmundicia de tu piel,
que la culpa no es del agua
ni del sol que la alumbró,
son los gajes del reflejo
que no dan satisfacción.