Fue en las letras serenas de un poema
en el medio del necio torbellino
en que plasmé aquellas rimas ligeras
que aspiran otro fin de mi destino,
una marcha que me prometiera
colofón de mi trémulo camino,
gracia que resentido rechacé
e ignorante sus frutos desprecié.
Después de haber estado transitando
los escollos profundos del infierno,
inconsciente por estar buscando
los placeres ignotos del invierno,
por recorrer sin sosiego o recato
los hondos abismos del desconsuelo,
rubricó mi pluma diligente
la pena de mi corazón doliente.
\"Una razón para dejar tu mundo
del confuso presente necesito,
abandonar veloz el sueño absurdo
y escapar presuroso de tu hechizo,
olvidar este amor que me sedujo
doblegando mi suerte y mi destino
al yugo falaz, artero e inclemente
que me hizo hipotecar mi débil suerte\"
Cuánto tiempo pasé desconcertado
inmerso en el dolor y confundido,
de mi brillante sensatez privado
prisionero, cautivo y abstraído,
del encono y sufrimiento esclavo
de aspiraciones y credos perdidos,
que convirtieron mi existencia abúlica
en un grito de auxilio como súplica.
Más las rimas y versos son perennes,
diáfanos como resonante oráculo,
abandonan sus letargos aparentes
cosechando el derecho a su legado,
rememoran las verdades ausentes
perdidas en las nieblas del pasado,
así el verso: “por dejar tu mundo “
fue el ruego de mi rezo más profundo.
Postura que debilita mis manos,
mis pasos y mi libre voluntad,
que erosiona los sueños sin reparo
devastando la paz y libertad,
impostura que deja abandonados
los sueños en la ruda tempestad,
bestia que rabiosa en la mentira
obceca la razón que nos inspira.
Si la templanza sube hasta los cielos
y se alza erguida desde la raíz,
si a pesar del dolor y desconsuelo
va sanando cada antigua cicatriz,
si tus alas están fijas al suelo
y parece que no pueden subir.
Acude raudamente a los principios
aquellos que forjaron tus inicios.
Acoge reciamente tus cimientos
y recuerda de que fueron construidos,
implora humildemente el basamento
de quien te ha procurado enaltecido,
confía sin dudar en tus talentos
que en la fragua has forjado y bendecido,
cruza osado esos lagos de Caronte
volviendo tu mirada al horizonte.