Desde el balcón tapiado de mi encierro
distingo el soñar de las estrellas
dormidas como niñas en el cielo.
Del enjambre, furtivo, se realza,
en la noche avivada por mi duelo,
el brillo inesperado, rutilante,
de un blando corazón adolescente,
convertido en lucero por mis versos
cuando mi alma vivía en su universo.