(Soneto blanco)
Regálame el silencio de tus brazos,
la calma perfumada de tu vientre,
la quietud zozobrante de tus ojos,
el beso más longevo de la espera.
No pido mucho, sólo lo que importa;
las horas, las caricias, la virtud
que poseen tus manos en mi piel.
La vida es corta, pido lo pequeño.
Si deseas, regálame la tinta
y el polvo de unas letras añejadas,
Seré feliz con eso y nada más.
No soy hombre que busca las agujas
debajo de un pajar, ni los segundos,
ni los minutos cortos, solo a ti.