Quiero recordarte como antaño,
hermano, de tan cercana cercanía
compartiendo la vida en cada instante,
tu brillante lucidez, tu empatía,
tu sentido del humor y tu entereza.
Hoy me quedo con tu risa al encontrarnos,
con tu alma intacta en el afecto que demuestras.
Con esa ética y moral aun presentes
y tu bondad latiendo en tu mirada.
Me duele todo lo que te ha dolido
en la vida tan injusta que has vivido.
Me duele esa memoria tan esquiva,
tan fugaz e ingrata como amiga.
Me duele verte así, querido hermano,
aunque valoro los tiempos que paso contigo.