Estoy atada al sur aquí en el norte. Al sur del viento, la lluvia y el bosque. Al sur verde, lejano e imposible, al sur infinito desnudo de horizonte.
Estoy atada al mar y las playas vacías, al vuelo de albatros sin fin ni nombre. Al muelle abandonado y la brisa fria y el árbol que se pliega, crece y responde.
Estoy atada al sur y sus blancas orillas, a sus atardeceres de carbón y cobre. A su silencio que rompe sus silencios y a sus ríos aguas claras y su gesto fúnebre.
Estoy atada al sur y su delirio eterno de voces mudas y solitarias cruces. Donde no hay camino ni destino. Solo una lluvia que jamás responde.