jvnavarro

ENTRE SUEÑOS POMPEYA

Todo aquello que se podía ver
en aquella ciudad muerta
 forma parte de la historia
y de quienes la cuentan.
 
Surgen ante nuestra presencia
 estructuras amorfas,
tridimensionales cúbicas,
puestas por allí de una forma siniestra.
 
Eran cuerpos humanos
que se habían esfumado,
sin dejar presencia.
 
Se suponía por allí escondidas,
entre las eternas cenizas,
escenas de amor
 que se median ellas
por toneladas de ocurrencias.
 
 Cenizas que en un día cualquiera
habían convertido
a una ciudad opulenta
 en una gran tragedia.
 
Todo en el lugar sonaba
 a una sinfonía 
incompleta, 
faltaba la vida
y  sin eso
 que no se encuentra,
uno es tan poco 
que casi no se da cuenta 
de que estaba escribiendo un poema
que olía a muerte cierta.
 
Aquellas escenas idílicas
estaban en Pompeya 
y por culpa 
de la irrupción del Vesubio 
por sorpresa,
 ahora eran estatuas de basalto, 
y conglomerados de cenizas 
y de lavas secas.
 
Yo me dejaba llevar
 de las esencias,
de esos paisajes que se tocan 
y nos impregnan 
de historias y leyendas.
 
Allí  cerca
en aquella casa de las lujurias 
\"El Lupanar\'
rocé el estuco
 con las yemas de los dedos
y sentí la mirada de ella.
 
Sentí de aquella manera,
sus senos puntiagudos, 
su esbelta figura atlética,
 su pelo ensortijado 
y sus sandalias 
de piel de toro de Creta, 
y en las suelas de las zapatillas 
una leyenda marcada a fuego,
 para que su lectura 
fuera más amena.
 
Sobre el suelo impreso figuraba, 
\"Sígueme\" 
y seguí hasta allí donde 
se perdía la figura de ella
y se alzaba una cama 
de juguetes eróticos repleta
de todas las formas, 
tamaños y maneras
y por allí 
como no podía ser de otra manera,
estaba otra vez ella, 
vendiendo souvenirs que cobraba 
con denarios de plata
que mordía con sus dientes
para comprobar su pureza.