Te he querido, flor mía,
como los pájaros vuelan amando
la libertad del preso
que no ve a su hijo,
solo destierro compartido con grilletes
de nostalgia en noches de luna llena,
Te he amado
como el águila ama a su nido,
allá en lo alto, dónde las montañas vierten
sus lágrimas blancas cuando el sol las castiga
con su inclemencia
Soy tu paz, tu guerra
tu vida y tu muerte
en este camino que vivimos
entre tú dicha y mi pasado,
entre los lagos tenebrosos
y los lagos de glaciares limpios,
claros, como tú corazón de corso.
Soy el sol que te calienta
cuando sientes frío,
en las noches largas del alma,
cuando se encoge el corazón
y se hacen nudos en la garganta.
Oh garganta que gritas
como un lobo aullando
para llamar a su amada,
eres presa de mis días tristes
en mis ocasos más largos.
Sin embargo, tú, rama de mi árbol
que seduces a la mañana
con el canto de tus moradores, los pájaros,
le das la bienvenida al sol
con el brillo de tus hojas,
eres la primavera de mi amor
y el ocaso, cuando me vaya
de viaje al universo.
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