El aroma pálido de tu voz inunda mi corazón,
el gesto dulce de tus labios con sabor a miel,
bañan de dulzura el brillo eterno de tus ojos.
Ellos como tantos esperan impacientes el amanecer.
En el principio claroscuro de tu pensamiento,
las densas olas se recrean sigilosas a tu paso,
van descubriendo en el corazón de la tarde
las palabras incoloras del fuego de tu boca.
Las aves junto a ti, pasean como melodías del viento
danzan dejando sus huellas entre tus ojos y la tierra.
En los vocablos negros de la noche y su susurro
las olas vuelven a sonreírte y te saludan sin rumbo.
En la lejanía de tus ojos oscuros por la noche,
la distancia a tu corazón se hace inmensa
las estrellas como faroles de tu cuerpo solo
te rodean iluminando tu silueta de pasión.