Soy tu ocaso, tu jardín marchito, tu cuerpo
ardiendo en deseos de ser algo más,
ser tu ser entero, el que te domina
el que controla tus miedos.
Soy tu avatar en un mundo silencioso
que ya no gira, se ha quedado absorto,
se ha oxidado su biela, y su eje
chirría entre el fuego y el magma
de lo infinito, en el fondo de su morada,
donde habitan los muertos del universo.
Soy tu silencio entre los ruidos
en la soledad de los mares
en las islas desiertas
donde sólo se oyen los pájaros
y se callan a tu paso.
Soy un orbital de tu átomo,
a la deriva, en aguas esmeraldas
donde habitan los duendes
de la nostalgia, en sus casas
de palmera y sus porches de luna llena.
El hipnotismo ha desaparecido de tu vida,
una sinfonía fúnebre en el volcán
de la isla, donde no hay magma ni sonrisas,
solo evocaciones de tiempos ancestrales.
Soy el universo que transita a la deriva,
buscándote y no te encuentro.
Una historia de desamor donde no hubo amor,
una isla esmeralda sin agua.
Un acontecer doliente de mi alma
En un sueño sudoroso
de una maldita noche de primavera.
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