RICARDO V

Rebelde a bien morir

       Cuando descansemos sobre el postrer suelo

         vendrán manos invisibles y escondidas

         que nos librarán de cargas de la vida

         y descubrirán el camino hasta el cielo.

 

         Será quietud en un lecho de algodones

         para reposar las almas fatigadas

         de aquellos seres con vida ya agotadas

         cuando dejan de latir sus corazones.

 

         Ignoramos si la puerta es del averno

         pues los ojos van cerrados a la aurora

         y tememos que aún no sea nuestra hora

         a pesar de estar durmiendo el sueño eterno.

 

         Es ligera nuestra bolsa de equipaje

         ni con ropas protectoras vestiremos,

         solamente nos permiten que llevemos

         los recuerdos suspendidos en el aire.

        

         Nos espera una etérea penitencia

         sin el frío ni el calor de nuestros cuerpos,

         dejaremos en la fosa nuestro tiempo

         símbolo de lo que fue nuestra existencia.

 

         Yo no quiero tu guadaña ver de cerca,

         aún me resta escribir mi último verso

         y cuando acabe este vino cantinero

         entonces golpearé presto a tu puerta.

 

         ¡Olvídate de mí que aún no te espero!

         ¡Aleja tu oscuro manto de mi rostro!

         Aún me queda fuerza viva hecha arrojo,

         me rebelaré ante ti después de muerto.