EL BESO DE LAS OLAS
Manuel era un hombre joven que trabajaba en un chiringuito de la playa, en una cala llamada El beso de las olas y justo ahí por casualidades de la vida encontró al amor de su vida.
Esta es su historia.
Todo empezó una mañana cualquiera cuando una nueva clienta llamada Lilly se dispuso a tomar algo y preguntó a Manuel, ¿usted tener café?. A la que respondió solo tener-te y era cierto solo tenían infusiones, la máquina de café estaba averiada. La chica quedó absorta con la respuesta al haber diferentes interpretaciones.
Un poco más tarde le preguntó ¿usted tener fuego?, su mente pensó, siempre cuando ardas conmigo bajo las sabanas, pero claro el que iba a arder era el cigarrillo en esos hermosos labios rojos, no el como fantaseaba su mente, ligar en horas de trabajo no era la mejor opción.
Empezó a verla los fines de semana cuando había música caribeña en directo y por su forma de bailar destacaba entre las otras mujeres. Poco a poco se convirtió en una clienta habitual, hizo migas con Manuel, ya que entendía algo su idioma y ella estaba aprendiendo español.
Día tras día Lilly fue cogiendo confianza con Manuel y siguió con sus preguntas indiscretas, esta vez pronunciando el español de manera notable, ¿cuándo sales, te importa que te siga hasta casa?. Es que mi madre siempre me decía que persiguiera mis sueños… Por su parte Manuel había dejado de perseguir sus sueños porque en ese instante justo los tenía delante.
Estaba tan a gusto con Lilly que no tardo en responderle, no contestaré a tu pregunta sin la presencia de mi abogado, que temo poder perder el juicio por ti, porque si pudiera tener un superpoder ahora mismo, querría el de ser capaz de decirte las ganas que tengo de quedar contigo.
Ese fue el momento que conectaron a otro nivel y sin muchos preámbulos Lilly dijo a Manuel, ¿A ti te gustan las chicas malas?. Porque yo soy mala en todo: en el idioma, el amor, en el trabajo, en los estudios...
El le contestó, a mí me pasa lo mismo, sobre todo en el amor, por eso ahora que sé que tenemos los mismos problemas mentales, tendré que comprar un diccionario porque, desde que te vi, me quedé sin palabras.
Lilly se quedó muda también, tras tomarse el Mojito que había pedido le entró prisa por irse al sentirse halagada sin remedio, hasta se olvidó pagar la consumición, finalmente le dejó unas monedas en la barra del bar. No, le dijo Manuel hoy invita la casa, aunque si quieres con un beso podrías pagarme todo aquello que me debes.
Abrumada le sonrió contestándole, he de irme tengo clase de español ¿A qué número llamo si quiero marcarte esos labios tuyos?, en ese momento él le ofreció su teléfono y desde entonces pensó que si le pagaran por pensar en ella seguro que a estas alturas sería millonario, ese fue uno de los momentos mas mágicos de su vida.
En unos segundos imaginó como sería el futuro con ella, como sería besarla recorriendo la orilla del mar al atardecer en su moto, si ella sentiría lo mismo, si esta vez sería la mujer indicada para compartir su vida, eran preguntas que solo el tiempo tenía las respuestas.
Quizás Manuel no era el hombre perfecto, ni un tipo fuera de lo común, tampoco era Spiderman, pero se alegró de que Lilly quedara atrapada en sus redes y viceversa, porque después de 40 años seguían disfrutando de los pequeños placeres de la vida.
Después de tantos años desde que se conocieron Manuel le sigue preguntando a Lilly ¿Recuerdas el verano que vivimos?… Lilly siempre le dice a Manuel: Claro, el amor siempre encuentra el corazón que desea amar y en aquel entonces nos encontró a nosotros.
-Jordi Etresi
-© Copyright 2024
-Todos los derechos reservados.