No acepto disculpas
del que no asumió sus culpas
No habrá ni olvido ni perdón
Sólo esperar que vuelva a repetir
la felonía,
la injuria, los maltratos, la traición
Lo único que pido
al que de algún modo ha herido:
un ademán reparador
Y eso si es que se puede corregir
La mayoría
del daño ya no tiene solución
Menos se le admite
al que, pertinaz, repite
frecuentemente su maldad
Lógicamente habrá de reincidir
Más todavía
si tuvo más de una oportunidad
Los buenos corazones
no andan pidiendo perdones:
alcanza el cambio de actitud,
el desagravio a tiempo y resarcir,
la cortesía,
y en adelante obrar con rectitud
El que de esa guisa
se comporta, no precisa
pedir perdón ni suplicar
Todo lo que se pueda ya decir
son naderías
y no habrá nada más que perdonar
Quien, por el contrario
nos recita un novenario
pidiendo a hinojos el perdón,
pero nunca se supo arrepentir,
¡Qué hipocresía!
Palabras huecas, llantos de cartón
Y, por otro lado,
no soy santo ni jurado
No tengo tal atribución
A mí que no me vengan a pedir
ni una amnistía,
clemencia, ni indulgencia, ni perdón.