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Otra vez la noche se abre ante mí

Otra vez la noche se abre ante mí, con sus espejos cóncavos los sueños se vuelven ardientes como cuerpos llameantes que corren por lo oscuro dejando un rastro fugaz, la noche abre su puerta y se siente el gélido mármol sobre la piel.

Manos que tientan la oscuridad en busca de una flor escondida en el fondo del fango que cubre la profundidad de lo caído; palpo la bruma y en su espesura trémulos pétalos sobrevuelan en un eterno no llegar.

No son los pies los que siguen la vereda neuronal, sino dedos que caminan silenciosamente por lo no hablado en el ara de los sentimientos, nunca las emociones subyugan el aliento y hacen callar lo no hablado. Sensaciones extremas de deseo en un lecho de tréboles, donde las margaritas Juegan a ser anheladas.

En la oscuridad envuelto en una túnica de silencio transparente, los sentimientos se dejan ver por las cuencas vacías, como calavera noctambula que huye de la carne, espectro de azabache lunar, la cara oscura del silencio en las profundidades del insomnio.

Al alba llegan los versos en sueños soñados.

Te escribiré un poema invisible para que puedas tocarle con los ojos, sentirle con los dedos, sus versos nubes que se alejan con el viento en sus sombras deslizándose sobre la noche, como un sueño devorado por un sueño, y una mirada oculta en otra mirada, y los labios rozando la nuca, versos de fuego iluminan un rostro enamorado que oculta otro rostro de una flor incandescente.

¿Qué intento ocultar? Un amor envuelto en silencio rodeados de sueños.