Santiago Podestá

Todo o nada

¿Quién osará recolectar los fragmentos de mi yo desvencijado, y hacerme orgánico de nuevo?

La muerte viene desganada y en camisón a decirme: Déjate de joder, andá.

Lo onírico me mata con la indiferencia cuando más lo necesito y lo telúrico es mordaz. Todos los colores son fucsia, todos los olores aguarrás.

 

No me acercan al final los días que se arrastran, onerosos, por el calendario. Sus aditamentos son el final rapaz. Otra vez Dios me paga la fianza, me da una palmadita, me mezquina caridad.

 

Siempre amando a la mujer equivocada me dice el eco inmediato, con desfachatez de oxímoron taimado. Yo ni le respondo ¿para qué? Si tiene razón.

 

Aunque prefiero la soledad, siempre la soledad, antes que una unión sustentada por la inercia, con destellos de obediencia que son pura infelicidad.

De lo mudo a lo estentóreo, sigo fiel a mi instinto bipolar.

No hay rima que me deprima, hoy hay suelo, mañana cúpula habrá.