Casi era de madrugada
cuando el sol amaneció
y tranquilo sentenció
una mañana nublada.
Yo desanimada estaba
por el pequeño desliz
porque me sentía feliz
cuando el sol me calentaba.
Mientras tanto ensimismada
se me acercó una babosa
que dijo no se qué cosa
porque no le entendí nada.
Se alejo desalentada.
Ya no dijo nada más
y yo no supe jamás
si estaba o no enojada.
Luego miré con agrado.
un caracol que corría
mientras que le sonreía
a un pez algo jorobado.
El Sol y yo en armonía…
El mar me estuvo mirando
hasta que se fue nadando
la mañana de ese día.