Me apoyo en el muro donde tantas veces te besé y escucho la tranquilidad de la noche, el canto del grillo y el chillido del murciélago bajo una calma de temperatura agradable. La Luna solo me muestra una uña de luz solar y las estrellas brillan contentas ante tan escasa competencia. ¿Por qué le cuesta tanto hablarme a lo sublime?, quizá porque tengo el corazón enterrado en mierda. Épocas de toc, de tda... Dependiendo del momento una u otra sacándome de la presencia de mi existencia. Solo yo lo sé y tengo la capacidad de remitirlo al escucharlos hablar, al escucharlos decir bla bla, mentiras que envenenan, fantasías inexistentes que nada dicen de la belleza real que pare la noche.