Reb Liz

El Profesor y La Alumna: CapĂ­tulos 26, 27 y 28

Capítulo 26: Enfrentando la Conversación Crucial

 

Narra Ayelén

 

- Parece que papá salió temprano - dije.

 

- ¡Mejor! - respondió Tomás. - Si pregunta, te traje temprano.

 

- ¿Entonces te quedas? - pregunté con una sonrisa.

 

- No me perdería ningún momento contigo - dijo él, acercándose para besarme.

 

Nos besamos apasionadamente, dejando que nuestros sentimientos se expresaran sin palabras.

 

- ¿Quieres agua, café, jugo? - pregunté, rompiendo el beso.

 

- Te quiero a ti - respondió él, con una mirada llena de amor.

 

Sonreí ante su respuesta y nos besamos una vez más.

 

- ¿Desayunamos? - pregunté, separándome un poco.

 

- ¿Besayunamos? - preguntó él, con una sonrisa traviesa.

 

Ambos reímos ante su ocurrencia, disfrutando de la complicidad que había entre nosotros.

 

- Me encantaría desayunar contigo - respondí, tomando su mano y dirigiéndonos hacia la cocina.

 

Mientras preparábamos el desayuno juntos, sentía una felicidad abrumadora. Estar con Tomás era como un sueño hecho realidad, y cada momento a su lado era especial. Nuestro amor crecía cada día más, y no podía evitar sentirme agradecida por tenerlo en mi vida.

 

- Te amo, Tomás - susurré mientras saboreábamos nuestro desayuno.

 

- Y yo a ti, Ayelén - respondió él, acariciando mi mejilla.

 

Nos miramos profundamente, sabiendo que estábamos dispuestos a enfrentar cualquier obstáculo juntos. Nuestro amor era fuerte y estábamos determinados a construir un futuro lleno de felicidad y complicidad.

 

Narra Tomás

 

Estar con Ayelén era una experiencia hermosa. Cada momento a su lado se sentía mágico y especial.

 

- Te amo, profesor - dijo ella, mirándome con ternura.

 

- Y yo te amo, mi querida alumna - respondí, acariciando su mejilla.

 

Una sonrisa radiante se formó en su rostro.

 

- Nunca me arrepentiré de enamorarme de mi profesor de matemáticas - dijo, con un brillo de felicidad en sus ojos.

 

- Y yo nunca me arrepentiré de enamorarme de mi estudiante - afirmé, sintiendo mi corazón lleno de amor por ella.

 

Nos besamos apasionadamente, dejando que nuestros sentimientos se entrelazaran en ese momento mágico.

 

Pero nuestra conexión se vio interrumpida cuando, de repente, llegó su padre.

 

- Papá... - Ayelén dijo, sorprendida.

 

El ambiente se volvió tenso mientras nos enfrentábamos a la mirada interrogante de su padre. Las emociones se agolparon dentro de mí, una mezcla de temor y determinación.

 

- Señor... - comencé a decir, pero fui interrumpido por su padre.

 

- Necesitamos hablar - dijo él, con una expresión seria en su rostro.

 

Ayelén y yo nos miramos, sabiendo que este momento era crucial. Estábamos dispuestos a enfrentar cualquier desafío por nuestro amor, pero también éramos conscientes de las posibles consecuencias. Juntos, nos preparamos para la conversación que nos esperaba, sabiendo que nuestro amor sería puesto a prueba.

 

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Capítulo 27: El Poder del Amor

 

Narra Ayelén

 

El corazón latía acelerado en mi pecho mientras esperábamos a que mi padre nos hablara. Sabía que este momento sería determinante para nuestro futuro juntos. Tomás y yo nos tomamos de la mano, buscando apoyo mutuo en medio de la incertidumbre.

 

Mi padre nos miró con seriedad, sus ojos reflejando una mezcla de sorpresa y preocupación. Finalmente, rompió el silencio y habló con voz firme pero tranquila.

 

- Ayelén, Tomás... sé que han estado juntos y que su relación ha ido más allá de lo que imaginé. No puedo negar que estoy sorprendido y preocupado por las implicaciones de esta situación. Pero también entiendo que el amor no siempre sigue los planes que uno tiene trazados.

 

Tomás y yo asentimos, sintiendo un poco de alivio al escuchar esas palabras comprensivas de mi padre.

 

- Sin embargo, quiero que entiendan que como padre, mi principal preocupación es el bienestar y la felicidad de mi hija. Quiero lo mejor para ti, Ayelén, y si Tomás es quien te hace feliz, entonces estoy dispuesto a aceptar su relación.

 

Las lágrimas de emoción comenzaron a brotar en mis ojos mientras miraba a mi padre, sintiendo una mezcla de gratitud y alivio.

 

- Papá... - logré decir, con la voz entrecortada por la emoción.

 

- Pero también quiero que entiendan que esto no significa que no habrá desafíos por delante. La sociedad puede ser dura e implacable, y tendrán que enfrentar prejuicios y obstáculos. Pero si su amor es verdadero y fuerte, podrán superar cualquier adversidad juntos.

 

Tomás apretó mi mano con fuerza, transmitiéndome su apoyo y determinación. Sabía que no sería fácil, pero estábamos dispuestos a luchar por nuestro amor.

 

- Gracias, papá - dije, con lágrimas de felicidad corriendo por mis mejillas. - Valoramos tu apoyo y prometemos enfrentar cualquier desafío con amor y respeto.

 

Mi padre sonrió, mostrando su aceptación y amor incondicional.

 

- Los amo a ambos y solo quiero que sean felices. Ahora, vayan y construyan su futuro juntos. Estoy aquí para ustedes si necesitan cualquier cosa.

 

Nos abrazamos, formando un círculo de amor y unión familiar. Sentíamos que habíamos superado una gran prueba y que el poder del amor nos había guiado hasta este punto.

 

Narra Tomás

 

Ver la aceptación en los ojos del padre de Ayelén fue un alivio y una alegría indescriptibles. Sabía que nuestro camino no sería fácil, pero tener el apoyo de su familia era un gran paso hacia adelante.

 

- Gracias, señor - dije, con gratitud en mi voz. - Prometo cuidar y amar a Ayelén con todo mi corazón.

 

El padre de Ayelén asintió, mostrando su confianza en mí.

 

- Confío en que lo harás. Y recuerden, siempre estaré aquí para ustedes, pase lo que pase. Ahora, vayan y construyan su futuro juntos.

 

Ayelén y yo nos abrazamos, sintiendo el peso de la responsabilidad y la fuerza del amor que nos unía. Sabíamos que enfrentaríamos desafíos, pero también sabíamos que teníamos el poder del amor para superar cualquier obstáculo.

 

Juntos, nos adentramos en un nuevo capítulo de nuestras vidas, llenos de esperanza y determinación. Con el apoyo de su familia y nuestro amor inquebrantable, estábamos listos para enfrentar cualquier cosa que se interpusiera en nuestro camino.

 

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Capítulo 28: Una Sorpresa en la Escuela

 

Narra Ayelén

 

Era un día como cualquier otro en la escuela, pero algo en el aire me hacía sentir que algo especial estaba por suceder. Caminaba por los pasillos, sintiendo una mezcla de curiosidad y emoción, preguntándome qué podría ser.

 

- ¿Has notado algo diferente hoy en la escuela, Ayelén? - preguntó Tomás, con una sonrisa en su rostro.

 

- Sí, siento algo en el ambiente. ¿Tienes alguna idea de qué podría ser? - le respondí, intrigada por su expresión.

 

Tomás asintió y dijo en voz baja:

 

- Podría haber una sorpresa esperándote, pero tendrás que descubrirla por ti misma.

 

Mi corazón comenzó a latir más rápido, lleno de anticipación. Siguiendo el consejo de Tomás, me dirigí hacia mi casillero y allí lo vi: globos de colores flotando en mi casillero, creando un ambiente festivo y romántico.

 

- ¡Oh, Dios mío! - exclamé, emocionada. - ¡Esto es increíble!

 

Desde una distancia prudente, Tomás me observaba con una sonrisa de felicidad en su rostro.

 

Luego, con cautela para no levantar sospechas, se acercó despacio y me preguntó:

 

- ¿Te gusta, Ayelén? - preguntó, esperando mi reacción.

 

- Me encanta, Tomás. Es hermoso. - le respondí, sin poder ocultar mi alegría. - Pero, ¿cómo lo hiciste sin que nadie notara que eras tú?

 

Tomás se encogió de hombros, manteniendo el misterio.

 

- Tengo mis trucos. Solo quería verte sonreír y espero haberlo logrado.

 

Nos miramos el uno al otro, compartiendo un momento de complicidad y amor. Me sentí afortunada de tener a alguien tan dulce y romántico en mi vida.

 

Continué mi día en la escuela, con una sonrisa permanente en mi rostro. Cada vez que pasaba por mi casillero, los globos me recordaban el amor y la conexión que compartía con Tomás.

 

Pero la sorpresa no terminó ahí. Cuando llegué a mi pupitre en el aula, me encontré con un ramo de rosas rojas, delicadamente colocadas sobre mi escritorio.

 

- ¡Ayelén, eso es hermoso! - exclamó mi amiga Sofía, quien se sentaba cerca de mí.

 

Sonreí y respondí:

 

- Sí, lo es. No puedo creer lo afortunada que soy.

 

Desde su lugar en el frente del aula, Tomás me miraba con una mirada llena de amor y felicidad. Sabía que esta sorpresa también era de él, pero manteniendo el anonimato para los demás.

 

El día continuó con normalidad, pero mi mente estaba llena de anticipación. Sabía que algo más estaba por venir. Y no me equivoqué.

 

Cuando llegó el momento del receso, escuché una hermosa melodía que llenaba los pasillos. Seguí el sonido y me encontré con un grupo de estudiantes tocando música en vivo. Entre ellos, estaba Ed Sheeran, con una guitarra en sus manos y una sonrisa en su rostro.

 

Me acerqué cautelosamente y Tomás me susurró despacio para que solo yo lo escuchara:

 

- ¡Ayelén, esto es para ti! - exclamó, dedicándome una mirada llena de amor y emoción.

 

Mis ojos se llenaron de lágrimas de felicidad mientras Ed Sheeran cantaba una canción especialmente dedicada a mí. Las palabras expresaban todo el amor y la admiración que Tomás sentía por mí. Era un momento mágico y romántico que nunca olvidaría.

 

Al finalizar la canción, todos los estudiantes aplaudieron y felicitaron al cantante. Pero solo yo sabía que esa serenata era para mí, una muestra más del amor inmenso que Tomás sentía por mí.

 

Después buscamos un lugar privado, nos abrazamos, sintiendo la conexión profunda que teníamos. En ese momento, supe que estábamos destinados a estar juntos y que nuestro amor era capaz de superar cualquier obstáculo.

 

- Gracias por todas estas sorpresas, Tomás. Eres increíble - le dije, con lágrimas de felicidad corriendo por mis mejillas.

 

Tomás sonrió y me acarició la mejilla suavemente.

 

- Solo quiero verte feliz, Ayelén. Y haré todo lo posible para lograrlo.

 

Esa sorpresa en la escuela quedó grabada en mi corazón como un recuerdo inolvidable. Sabía que, con Tomás a mi lado, cada día sería una aventura llena de amor y sorpresas maravillosas.

 

Narra Tomás

 

Desde el momento en que vi a Ayelén caminar por los pasillos de la escuela, supe que quería hacer algo especial para ella. Había notado su curiosidad y emoción en el aire, y decidí que era el momento perfecto para sorprenderla.

 

Le pregunté si había notado algo diferente en la escuela, esperando que captara mi entusiasmo. Cuando me respondió que sí, supe que estaba lista para descubrir lo que le tenía preparado.

 

Con cuidado y discreción, preparé los globos de colores y los coloqué en su casillero. Quería que se sintiera feliz y sorprendida al encontrarlos. Observé desde lejos mientras abría su casillero y veía la sorpresa. Su reacción fue maravillosa, llena de emoción y alegría. Sabía que había acertado.

 

Pero no quería detenerme ahí. Quería que Ayelén se sintiera amada y especial, así que decidí agregar otro detalle. Colocar un ramo de rosas rojas en su pupitre fue mi siguiente paso. Quería que supiera cuánto la admiraba y apreciaba. Desde mi lugar en el frente del aula, la observaba mientras descubría las rosas. Su sonrisa y su expresión de asombro hicieron que todo valiera la pena.

 

Pero aún no había terminado. Quería que el día fuera aún más especial, así que organicé una serenata con la ayuda de algunos estudiantes talentosos y, por supuesto, Ed Sheeran. Sabía que Ayelén era fan de su música, y tenerlo allí para dedicarle una canción sería el toque final perfecto.

 

Cuando llegó el momento de la serenata, me aseguré de estar cerca para ver su reacción. Verla emocionada y con lágrimas de felicidad en los ojos mientras Ed Sheeran cantaba para ella fue un momento que nunca olvidaré. Sentí una conexión profunda con Ayelén en ese instante, sabiendo que todo el esfuerzo había valido la pena.

 

Después de la serenata, nos abrazamos y sentimos la fuerza de nuestro amor. Le dije que solo quería verla feliz y que haría todo lo posible para lograrlo. Sus palabras de agradecimiento y las lágrimas de felicidad en su rostro confirmaron que había logrado mi objetivo.

 

Esa sorpresa en la escuela fue un momento mágico que quedará grabado en mi corazón. Sabía que con Ayelén a mi lado, cada día sería una aventura llena de amor y sorpresas maravillosas. Estaba emocionado por el futuro que nos esperaba juntos.